ESTO Y AQUELLO

Publié le par militante

LOS SPYDERMEN

 

Hay personas que se aferran a las ideologías como si trataran de escabullirse de la realidad. Como los cristianos a su dogma. El mundo alrededor cambia vertiginosamente mas ellos siguen ahí bajo el paraguas de su verdad. Mucha de la “oposición izquierdista” al chavismo cumple ese paradigma.

 

Mucha de ella se acuerda de Santa Bárbara cuando truena. Estuvo al lado de Chávez hasta que éste decidió que el jefe de la vaina era él y solamente él. Los demás, entonces, con supuestos más galones, comenzaron a darle vuelta a la verga, hasta que descubrieron que lo de Chávez “no era socialismo”, que, además, “trabaja para las transnacionales” y que, a la espera de la revolución verdadera, terminará el bravo pueblo insurrecto buscándolo a ellos para que lo dirija. En el fondo, el rollo es muy simple: ellos creían que Chávez los iba a nombrar a ellos jefes del zaperoco. Y ni se acordó de ellos cuando se montó en el coroto.

 

Lo mismo pasa con algunos intelectuales de la izquierda solitaria. Iban en peregrinación a Yare para venderle a Chávez su interpretación de la revolución. Como Chávez los escuchaba en silencio creyeron que lo habían convencido. Ni puñetero caso les hizo. Y, ellos, luego de semanas de silencio, descubrieron, repentinamente que Chávez está construyendo un “capitalismo de Estado”.

 

El “glorioso” revolucionario Chávez del 4 de febrero de 1992 ahora es el Chávez que “exhibe un Rolex, se viste con los mejores sastres europeos y usa el avión más lujoso del globo terráqueo”. ¿Y todo por qué? Muy simple: Chávez no les ha hecho caso; los lee con atención, los escucha con atención pero no les hace caso. Esas ánimas solas de la izquierda solitaria venezolana ni han servido ni sirven para un carajo; dejaron de ser jefes populares desde hace cincuenta años, unos se ciscaron cuanto la puerta del calabozo se cerró a sus espaldas y usaron los vínculos familiares para aminorar la pena o simplemente alcanzar la libertad en el menor tiempo posible; y otros cuando vieron que a los activistas el betancourtismo simplemente los mataba estuvieron, de ahí en adelante, cuidando de su pescuezo. Algunos, a su vez, desertaron del fidelismo y del guevarismo en cuanto olfatearon que los rangers no eran un videojuego ni la guerrilla un picnic solariego. El que más supo de esto último fue el “Barbarroja” cubano, es decir, Manuel Piñeiro (1933-1998).

 

Ahora, resulta que todos fueron a la guerrilla pero al único que mataron fue al Che, y a Fabricio Ojeda y a Argimiro Gabaldón. Y, con esa aureola del pasado se presentan íngrimos y solos a decirnos, medio siglo después, que ellos siguen en la trayectoria de la revolución –no tengo por qué dudarlo- pero que Chávez es un demonio que en realidad trabaja para el enemigo. ¡Por dios, cuánta pendejada!

 

Y, a renglón seguido, pelan por los manuales, el tema del dogma: “el socialismo es…”, etc. Son infantiles; sí, claro, y el hombre araña salva a señoritas que se caen de los rascacielos. ¡No me jodan!

 

Y no faltan los que me hablen –estos suelen ser los más radicales- que “Chávez se entregó en abril de 2002”, “siempre pasa lo mismo con Chávez, no quiere pelear, también se entregó el 4 de febrero”. Y ves al tipo de la cabeza a los pies y es evidente que jamás ha usado ni siquiera un fuego artificial.

 

Muchos de esos “revolucionarios de otoño” mandaron a cientos de carajitos a la muerte. Y, siempre dicen lo mismo: que si Chávez es feo, tiene una verruga en la frente y además le gustan las empanadas de carne mechada. Pero Chávez simplemente se alzó siendo teniente coronel, al lado de otros, en un momento en el cual la ebullición social era efervescente. Nadie iba a detener en este país un argentinazo. O algo peor.

 

Estamos a años luz de un análisis objetivo del chavismo porque sencillamente el chavismo no ha finalizado ni estamos en el postchavismo. Nadie puede hacer un balance; ni que fuera adivino. Estamos viviendo una época en la cual la gente reclama sus derechos basados en la ley y en los principios de la justicia social; hay una constitución que establece una serie de normas, unas se cumplen otras no. Venezuela ha sido un capitalismo de Estado desde los tiempos de Fernando VII y la empresa privada ha querido siempre que el Estado lo favorezca más a ella que al resto de la población. Hoy, la lucha social consiste en eso; en que la democracia –y la riqueza social- sea para todos y no solamente para unos pocos. Sería iluso decir o sostener que no hay corrupción y que, con los dineros del Estado, no se alimentan fortunas privadas.

 

De que estamos metidos en un laberinto es evidente que lo estamos. Pero la cosa es bastante sencilla hasta cierto punto: debemos resolver un problema a la vez. Si dejáramos de ser una colonia de los Estados Unidos, si nada más lográramos eso, ya hubiéramos dado un gran paso.-

 

Floreal Castilla.-

 

Venezuela, 17 de julio de 2007.-

Publié dans iniciativa-comunista

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