ESTO Y AQUELLO

Publié le par militante

LA  GUERRA  GLOBAL  EN  VENEZUELA 

La aparente inesperada declaración de Bush al arribar a Tirana respecto a la independencia de Kosovo, actual provincia serbia, nos da una pista sobre la estrategia estadunidense en varios rincones del planeta. 

Toda la última década del siglo XX fue testigo de la guerra de Kosovo y, en general, del desmembramiento de la antigua Yugoslavia. El conjunto de repúblicas surgidas de esta operación geopolítica de altos vuelos es hoy aliado incondicional de la OTAN y de su potencia hegemónica. Poco importa que el mundo kosovar tenga la mala fama de ser el centro del crimen organizado europeo; es evidente que Kosovo es parte de la guerra global que, entre otras cosas, es el fundamento del nuevo orden del siglo XXI. 

La guerra global ya no es la guerra entre estados nacionales que conocimos durante los siglos anteriores. En todo caso, ésta sería un caso particular de aquélla. La guerra global es parte del Imperio, según la tesis que sostienen Negri y Hardt (1). “(…) La guerra propende a extenderse todavía más, a convertirse en una relación social permanente (…) En otras palabras, la guerra se está convirtiendo en el principio organizador básico de la sociedad, y la política simplemente en uno sus medios o disfraces. Así pues, lo que aparece como paz civil tan solo significa el fin de una forma de guerra y el inicio de otra” (p.33) Es decir: “la guerra se ha convertido en la matriz general de todas las relaciones de poder y técnicas de dominación, supongan o no derramamiento de sangre” (p. 34). 

Todos los argumentos de Hardt y Negri son parte de ese conjunto de interpretaciones que tratan de pensar este siglo XXI. Las nuevas realidades así lo imponen: teóricamente entramos en la sociedad del conocimiento, es decir, donde la información, mercancía intangible, se transforma en capital. Esa misma hipótesis que manejan Negri y Hardt tiene comprobaciones empíricas en la década última del siglo pasado. Y, en las guerras que se libran en Irak, Afganistán, Somalia, Sudán, etc., no cabe duda que estos axiomas de los dos autores obtiene asideros; pero donde se hace más evidente es en los casos de América Latina. 

En efecto, en Colombia la guerra es ya el “principio organizador de la sociedad”, especialmente, con la profundización del Plan Colombia. Lo es, asimismo, en los Estados Unidos. Y, en Venezuela, nación díscola, la guerra es el centro de las preocupaciones públicas. 

La guerra global en Venezuela se desata desde 1999 cuando Hugo Chávez llega al gobierno. La razón fundamental es que el Imperio va perdiendo su control. Pero no a la manera de las formas clásicas del siglo anterior: es decir, el nacionalismo venezolano, vituperado por los imperialistas yanquis, establece alianza con la “potencia comunista” y, en ese escenario típico de la guerra fría, Venezuela pasaba a ser una aliada del Pacto de Varsovia en el Caribe. Nada de eso ha pasado, desde luego; ya el Pacto de Varsovia es un recuerdo del pasado. 

El desarrollo del chavismo, en Venezuela, ha significado la pérdida de control de la OTAN sobre la élite venezolana. La actual dirección del país por varias causas ha alcanzado un efecto demoledor: ha minimizado el poder de la clase dominante tradicional. Ojo: no lo ha destruido sino que lo ha convertido en insignificante. Esto es grave. En primer lugar, porque Venezuela no es Cuba. En ésta se pudo permitir la sobrevivencia de una república independiente hasta que la URSS existió; pero el proyecto de “transición a la democracia” para la isla caribeña ya está en pleno desarrollo.

El problema que Venezuela plantea a los guerreros globales es otro. Venezuela puede convertirse en una Potencia del Caribe en menos de una década si los planes de la actual dirección alcanzan a ultimarse. Esto significaría la alteración de la geopolítica mundial, de hecho ya lo significa. La frase un “Potencia del Caribe” debe entenderse en sentido amplio: es decir, en una potencia atómica en el Caribe con una democracia consolidada y, asimismo, un régimen económico alterno al del capitalismo de los monopolios. Además, con nexos con naciones suramericanas que no se rigen por las fronteras heredadas de la Colonia: aymara, quechua, guaraní. Aparte de vínculos peculiares con etnias como la afrodescendiente o con las naciones caribeñas que siguen siendo emplazamientos de las potencias atlánticas. 

Por eso sobre Venezuela se desarrolla en estos momentos la guerra continua de nuevo tipo, es decir, la guerra asimétrica. En estos momentos se vive la guerra que esgrime la doctrina norteamericana de la no-violencia. Ésta es toda una ideología que ya ha usado la CIA en países como Ucrania y que, probablemente, use también en un plazo breve en provincias chinas predispuestas a la secesión. Chávez lo ha llamado el “golpe suave” o de “mecha lenta”. Pero es parte de la misma guerra global cuya esencia es la base de sustentación del Imperio. 

La dirigencia venezolana trabaja a pasos acelerados no sólo desmontando todas las trampas de la guerra global sino instalando sus propias trampas previendo ataques por cualquier flanco. Venezuela no es sólo un país caribeño, como Colombia, sino también una nación amazónica que no olvida que la Gran Bretaña siempre buscó arrebatarle su monopolio geopolítico sobre el río Orinoco. Mas no solo la Gran Bretaña. La oligarquía de la Nueva Granada logró arrebatarle a Venezuela su soberanía sobre el Arauca y la Guajira, por lo cual, fracasada la táctica de la “mecha lenta” no sería descartable que Venezuela fuera atacada desde Colombia o desde el Esequibo. Todo lo que sucede en Venezuela, desde 1999, está vinculado, en mayor o en menor medida con la guerra global y por el establecimiento de una sociedad democrática para todos los ciudadanos y todas las ciudadanas sin menester de monopolios locales o globales. Ni siquiera sin el monopolio del poder porque ya tal estructura hace inoperante la guerra de guerrillas que la nueva estrategia de la emancipación impone. 

Así que no tiene porque extrañarnos que desde Puerto España, en Trinidad y Tobago, un periódico haya denunciado ayer que en la isla de Margarita actúa una célula no durmiente de Al Qaeda y existe un campo de entrenamiento de islámicos en plan de combatientes para diseminarlos por las zonas del Caribe anglosajón. Sea cierta o no semejante especie se trata de un parte de guerra. Ya, al despuntar el siglo XX, el Káiser alemán trazó las operaciones para que la isla de Margarita fuera anexada al imperio teutón. Se opuso Estados Unidos alegando la doctrina Monroe. Asimismo, Holanda es dueña de Aruba, Curazao y Bonaire, tres islas grandes a una hora de las costas occidentales venezolanas. Es decir, en general podemos sostener que Venezuela es una excepción, con Cuba, en el Caribe. Es evidente que Venezuela está en el ojo del huracán de la OTAN. 

Floreal Castilla.

Venezuela, 12 de junio de 2007.- 

(1) Michael Hardt & Antonio Negri, “Multitud. Guerra y democracia en la era del Imperio”, Editorial Random House Mondadori, Caracas, 2007.- 

Publié dans iniciativa-comunista

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