ESTO Y AQUELLO

Publié le par militante

El laberinto de la Democracia

 

Un sistema de gobierno jamás goza del apoyo unánime de la población. Para eso existe la Democracia, es decir, para que los ciudadanos y las ciudadanas, mediante el sufragio –no hay otro medio-, incluso mediante el referéndum, emita su opinión. Al mismo tiempo, esa opinión cuando es mayoritaria –según las reglas de la Democracia- debe ser aceptada por la minoría. Es la única forma que han adoptado las sociedades civilizadas para evitar la guerra civil. Además, se supone que tanto la mayoría como la minoría son mudables.

 

En Venezuela, el chavismo ha ganado varios procesos electorales; pero puede perder algunos otros en el futuro. Es la ley de la Democracia. La mayoría de la ciudadanía venezolana estimó que era conveniente la continuidad de la administración de Hugo Chávez para el período constitucional 2007-2013. Pero puede estimar que no continúe al frente de la jefatura del estado y del gobierno en las próximas elecciones de diciembre de 2012, aunque constitucionalmente no puede reelegirse para un nuevo mandato.

 

Entre 2007 y 2013 las venezolanas y los venezolanos podrán elegir a una serie de cargos de elección popular: parlamentarios de la Asamblea Nacional; alcaldes; gobernadores provinciales; y las distintas corrientes políticas y sociales podrán postular candidatos a tales cargos de elección popular. Esa es la dinámica establecida en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV) promulgada en 1999.

 

Esa es la Democracia tal y como la conocemos. Aunque suponemos que la Democracia debe ser otra cosa, no hay “otra cosa” de momento. Claro, podemos incluso sostener que todo lo anterior se refiere a la “Democracia formal”, naturalmente. Las formas son tan importantes como los contenidos en la política y en la sociedad; incluso son importantes en el trato entre las personas: usted no puede llamar “hijo de puta” a cualquier vecino simplemente porque se le ocurra aunque el hombre sea realmente un hijo de puta.

 

La Democracia venezolana es un largo camino emprendido por este país desde la muerte del general Gómez en 1935. Al sucederlo el general Eleazar López Contreras las familias ricas y mantuanas estimaron que el nuevo mandarín había sido el fundador de la democracia criolla. El gomecismo, sin embargo, siguió siendo la fuerza social y política más importante, y tan sólo pierde su control con la revolución de octubre de 1945 protagonizada por la alianza entre los adecos y los militares.

 

Sobre este episodio de 1945 la historiografía venezolana se escinde fundada en abundante literatura. Los adecos dicen que es con ellos con los que comienza la Democracia y, más concretamente, con Rómulo Betancourt; mientras que los comunistas sostienen que, al contrario, ya el general depuesto, Isaías Medina Angarita, había echado las bases de la Democracia.

 

La corriente maximalista del militarismo venezolano controla el poder desde 1948 hasta 1958 cuando Marcos Pérez Jiménez debe huir del país ante los acontecimientos que desembocan en el 23 de enero de 1958. A decir verdad, Pérez Jiménez monopoliza el poder a partir de 1952. Así que entre noviembre de 1948 y 1952 una junta de gobierno, presidida inicialmente por el general Carlos Delgado Chaulbaud, ministro del presidente derrocado, Rómulo Gallegos, asume las riendas del país; pero Delgado Chalbaud es asesinado en 1951 tras haberse opuesto a un secuestro; una cierta historiografía acusa a Pérez Jiménez del asesinato.

 

Desde 1948 los adecos son perseguidos, sus líderes encarcelados y proscritos el partido y sus sindicatos; formalmente, las actividades de los comunistas se proscriben a partir de 1950 tras la huelga de los trabajadores petroleros de ese año; lo cierto es que el régimen dictatorial se fundamentó en la arbitrariedad y en la permanente violación de los derechos humanos.

 

Sobre los acontecimientos de 1945 y la posterior década militar la historiografía venezolana señala especies contradictorias. Aduce una corriente, la adeca –luego devenida en socialdemócrata-, que los acontecimientos fueron producto de las contradicciones internas de la sociedad venezolana en ese período histórico; la antigua escisión entre “militares” y “civiles” en nuestro acontecer republicano desde 1830 y que, presumiblemente, ya se incubaría en las guerras de independencia hasta el gomecismo. Por su parte, la corriente comunista sostiene que en resumidas cuentas “todo” tendría su explicación en el interés de las potencias imperiales en Venezuela, especialmente, el imperio de los Estados Unidos que, en el siglo XX, consolidará sus posiciones de dominio e influencia en el Caribe y América del sur. Recordemos, de paso, que los Estados Unidos entretienen su siglo XIX en su expansión territorial a expensas, en el caso del continente, de México, es decir, del antiguo territorio del Virreinato de la Nueva España; a finales de siglo se adueñan de Cuba y de Filipinas. No sabemos si “la decadencia española” proviene de 1898 o al revés, pero en todo caso no es, de momento, algo que nos quite el sueño.

 

El imperio yanqui se interesa por Venezuela realmente desde la presidencia del primer Roosevelt, porque Cipriano Castro se opuso a todas las potencias imperiales que acariciaban el territorio venezolano. Los acontecimientos de 1902 cuando las fuerzas navales de las potencias europeas cañonean los puertos venezolanos marcan el interés geopolítico venezolano para ese entonces y, posteriormente, la ruptura de relaciones diplomáticas con los Estados Unidos, en 1908, al decidir Venezuela nacionalizar empresas de capital estadounidense. Una enfermedad obliga a Cipriano Castro a abandonar Venezuela y su sucesor, Juan Vicente Gómez, simplemente derroca su gobierno.

 

Cierta historiografía sostiene que realmente Gómez contó con el beneplácito de los Estados Unidos; en tanto que otra sostiene que la permanencia como jefe del ejército mientras que sus títeres hacían de Presidentes se debió al temor que tenía Gómez a que la doctrina Wilson le arrebatara el mando. En esa perspectiva, Chomsky ha manifestado que:

“Venezuela (…) es un país muy rico, con enormes reservas de petróleo. Fue un dominio de los británicos, hasta que Estados Unidos los expulsó en los años veinte, bajo el presidente Woodrow Wilson. Desde entonces, Estados Unidos ha sido el poder dominante en Venezuela. De hecho, Venezuela fue el principal exportador de petróleo hasta los años setenta y todavía es uno de los más importantes para Estados Unidos. También tiene recursos importantes en otras materias que Estados Unidos ha explotado y, por lo tanto, no verá con buenos ojos que las cosas se salgan de control.

“De hecho, una de las informaciones poco conocidas sobre la crisis de los misiles en Cuba, revela que una de las principales preocupaciones de los hermanos Kennedy consistía en que, si Cuba se volvía demasiado independiente, podía impedir los planes para una invasión estadounidense a Venezuela que se contemplaba en aquellos tiempos, debido a los movimientos guerrilleros y populares. Es decir, esto no es un asunto que Estados Unidos toma a la ligera.

“Parte de la preocupación sobre Colombia está vinculada, de hecho, a Venezuela. En este momento, la posición de Washington frente a Venezuela es ambivalente. Me parece que nadie sabe con exactitud hacia dónde se dirige el proceso venezolano. Nadie sabe, qué parte del discurso de Hugo Chávez es populista y qué parte refleja una tendencia hacia reformas sustanciales. Estados Unidos está preocupado.

“También existe un serio problema con las inversiones en la industria petrolera que han sido bajas, debido a la corrupción y al mal management en los últimos años, de tal manera que no puede aumentarse la producción con la velocidad que le gustaría a Estados Unidos. Es decir, es una situación compleja que Washington va a querer mantener bajo control y asegurarse que no vaya en la dirección equivocada.” (La fecha de estas declaraciones es el año 2000). (ver: http://www.analitica.com/Bitblio/noam_chomsky/entrevista2.asp)

La política interna venezolana de todo el siglo XX ha girado alrededor de los intereses geopolíticos de los Estados Unidos de América, no cabe duda de eso.

Con las nuevas orientaciones de la actual dirección venezolana los Estados Unidos han usado todos sus peones y cipayos nacionales en todos los escenarios. Es evidente que por la vía electoral costará más de dos décadas salir de Chávez si éste logra hacer aprobar la reelección presidencial a partir del 2012. La sociedad democrática venezolana está profundizando la Democracia sobre la base de la instauración de un régimen de justicia social y de progreso material y espiritual al que llama socialismo. La tendencia es reforzar la Democracia sobre la base de que sin libertad no puede haber justicia pero que, al mismo tiempo, sin justicia no puede haber libertad; y permitir el desarrollo de las personas sin que los monopolios dificulten el acceso de todos a los bienes políticos y culturales, y esto último incluye el monopolio del poder: en efecto, la dinámica misma de las transformaciones que se van suscitando en el imaginario venezolano desde hace siete años conlleva otra visión del poder. (Cuando me refiero al monopolio del poder también quiero decir el monopolio de la fuerza bruta, es decir, de la violencia).

En el régimen de la “democracia representativa” (1958-1999) hubiera sido impensable que el movimiento estudiantil de los colegios privados y católicos tuviera como ha tenido el trato y consideración de parte de las autoridades públicas y de las policías encargadas del orden público. En mi época de estudiante, recuerdo, salir a la calle en marchas llevaba aparejada la represión policial. Así que, en cierta forma, nos estamos civilizando, es decir, vamos entendiendo que el poder no puede ser ejercido ni arbitraria ni absolutamente.

Otra cosa es que los chicos y chicas de la derecha estudiantil sean manipulados –y al parecer eso es lo que sucede- por la élite pitiyanqui y directamente por las autoridades norteamericanas con el objeto de “salir de Chávez”. Es evidente que ese es el objetivo que se busca. Todo el andamiaje ideológico para casos como el venezolano y del cual disponen la agencia central de inteligencia de los Estados Unidos (CIA) y el Departamento de Estado, usando el esquema de la “no violencia” y la ideología de G. Sharp, (ver: http://www.aporrea.org/medios/a35818.html) ponen sobre el tapete las realidades de nuestra época: las ideologías no son inocuas, ninguna de ellas, responden a intereses geopolíticos de los imperios asociados de la OTAN con la finalidad de garantizar el flujo de materias primas baratas, seguras, y de flujos humanos semiesclavos desde los territorios de la periferia.

Curiosamente, la única vía que hay para contrarrestar los propósitos de los planes imperiales es la de la profundización de la Democracia –en la línea de lo que plantean Hardt & Negri, en sus obras, “Imperio” (hay versión de “Imperio” que se puede bajar de internet en: www.rebelion.org/libros) y “Multitud” (desconozco si se puede bajar de internet; yo, por mi parte, trabajo la edición de la editorial española Debate); es decir, Democracia como negación de Imperio en la época de la aldea global-: que la Democracia vaya dejando de ser el gobierno de las élites en nombre del pueblo para que sea realmente el gobierno de todos. Estamos todavía en la etapa en la cual las élites siguen gobernando, nadie puede llamarse a engaño, menos que antes pero siguen; pero es evidente que vamos hacia formas de gobierno en manos de las comunidades más pequeñas hasta que podamos alcanzar las posibilidades del autogobierno de los mismos ciudadanos. Con una distinción respecto a ese tipo de Democracia de los ciudadanos en los países imperiales: que la riqueza social también sea uno de los bienes que se administren democráticamente y esto lleva al socialismo. Al menos, es la intencionalidad que se desprende del mensaje de los chavistas en el variopinto acontecer venezolano de mediados de junio de 2007.-

Floreal Castilla.-

Venezuela, 16 de junio de 2007.-

Publié dans iniciativa-comunista

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